Rebozos de Ahuirán

Autor: Miguel Ángel Sosme Campos

La Meseta Purépecha del estado de Michoacán, es una región diversa y culturalmente rica que, históricamente, ha sido reconocida por su producción artesanal. En el poblado de Ahuirán, perteneciente al municipio de Paracho, se conservan los saberes asociados a la confección de rebozos de algodón, cuyo elemento más llamativo son los empuntados, confeccionados a mano con hilos de artisela, e incluso, plumas.

Ahuirán es por mucho, el centro rebocero más importante de la Meseta, albergando un nutrido grupo de artesanas dedicadas al tejido en telar de cintura, al teñido de jaspe, así como al anudado a mano de los “rapacejos”, nombre conferido a las puntas de los lienzos.

Rapacejo con plumas de cuervo y gallo giro. (Fotografía de Ihkiti).

Por las características de los rapacejos, las tejedoras distinguen tres producciones: una de tipo tradicional en la que se confeccionan lienzos oscuros, casi siempre negros con rayas azules y blancas, mismos que son rematados con anudados complejos en los extremos de los lienzos. Otra de tipo más vistoso, que se caracteriza por la aplicación de rapacejos de artisela, los cuales van formando racimos de flores de colores en las puntas. Y finalmente, una de tipo ceremonial, en tonalidades oscuras o brillantes, cuyas puntas son trabajadas con plumas de aves exóticas.

Estos “rebozos ceremoniales” son piezas de reciente creación que retoman de la tradición oral y la memoria colectiva, el manejo de las plumas y su aplicación en textiles. Según se cuenta, las mujeres purépechas de los tiempos precolombinos, eran capaces de intercalar el algodón con las plumas de aves locales, mismas que conferían a los textiles mayor calidez, elegancia y suntuosidad.

Rapacejo de artisela. (Fotografía de Ihkiti).

En la actualidad, los rebozos ceremoniales son considerados prendas de lujo, manifestaciones de la elegancia y el buen gusto indígena que se exhibe en todo su esplendor, durante las festividades rituales. De este modo, en las fiestas de mayordomía, las mujeres purépechas lucen coloridos rebozos con plumas de faisán, gallinas de Guinea, cuervo, pavo real, ganso y búho.

Es importante señalar que dichas plumas son de muda, es decir, las que sueltan las aves al momento de cambiar de plumaje, por lo que en ningún momento se lastima a los animales. Sin lugar a duda, una labor sustentable que reivindica un pasado esplendoroso que hoy, se niega a perecer.

Con amor a México,

Miguel Sosme.